Ir al contenido principal

Entradas

De nómada a sedentaria

Cuando era nómada y andaba el día entero de acá para allá, todo cuanto necesitaba para mi subsistencia y mi trabajo cabía en mi mochila. Por las noches, antes de acostarme, hacía un inventario para asegurarme de que no me olvidaba nada de lo que habría de usar al día siguiente, a saber:  Libros, en general más de uno, uno o dos para dar clase y un tercero para leer en los ratos libres Fotocopias, a menudo conseguidas de contrabando en las escuelas que sí nos dejaban hacerlas sin cobrarnos o recuperadas de las múltiples pilas que se amontonan sobre mi escritorio, aunque alguna vez pagadas a precio de oro en una librería del barrio europeo Papel borrador y/o cuaderno para tomar nota de lo sucedido en las clases y también de cualquier idea que se me ocurriera andando por la calle Mi agenda, mi bien más preciado, absolutamente indispensable Varias lapiceras, de preferencia de punta fina Varios marcadores para escribir en el pizarrón Un mapa plegable Mi billetera, con las tar
Entradas recientes

Une logique de survie

Il y a, entre nous, celles et ceux qui ont toujours vécu avec une logique de survie et qui, pour les raisons les plus diverses, gardent toujours à l'esprit la possibilité que tout termine soudainement, qu'un mode de vie que vous teniez pour acquis, prenne fin... Que vous perdiez votre job. Ou, encore, que vos amis ou vos amours vous abandonnent. Que la mort se présente à l'improviste et emporte un être cher. La présence constante de la mort qui nous hante, crée dans notre imagination des options infinies de fins et d'adieux à chaque évènement du quotidien, ce qui peut supposer un frein quand il s'agit de prendre des risques, aussi minimes soient-ils. Pourtant, nous, les survivants, nous avons appris la cohabitation avec la peur et à continuer d'avancer, à faire face aux difficultés, déguisés en quelqu'un d'autre, ou en devenant vraiment forts.  Vivre ainsi implique de vivre avec ce que l'on a, avec ce qui se présente dans l'immédiat, p

La lógica de la supervivencia

Hay quienes siempre hemos vivido con una lógica de supervivencia, quienes, por motivos de lo más diversos, siempre tenemos presente la posibilidad de que de repente todo acabe. Que se termine una forma de vida que dabas por sentada. Que pierdas el trabajo. Que te abandonen amigos o amores. Que llegue la muerte sin anunciarse y se lleve a un ser querido. La presencia constante de la muerte que ronda crea en nuestra imaginación infinitos finales y despedidas ante cada hecho diario, lo que puede suponer un freno cuando se trata de correr riesgos, por mínimos que sean. Hemos aprendido, sin embargo, -los sobrevivientes- a convivir con el miedo y seguir adelante, a hacer frente a las dificultades disfrazados de otros o a fortalecernos realmente. Vivir así implica vivir con lo que hay, con lo que está presente ahora mismo, porque no se sabe qué nos deparará el instante siguiente; hacer muy pocos planes, de cualquier tipo que sea; entregarse al destino. He vivido de ese modo año

Diario de corona virus (3)

Miércoles 18 de marzo Otro día espectacular.  Me levanté con una energía digna de Moisés cuando abrió las aguas, dispuesta a hacer todas las cosas que en mi vida normal no tengo tiempo de hacer, y eso, a pesar del extraño sueño que recordé al despertarme : tres gatos grises se caían muertos en una terraza. Se caían como desmayándose y parecía que volverían a levantarse pero no.  El sueño debe de haber sido agorero porque nada salió como había previsto. Y todo por culpa del teléfono. Me dispuse a empezar el día con una meditación que se hace siguiendo una grabación que me mandan por WhatsApp. No quería abrirse. A poco de investigar, me di cuenta de que mi WiFi estaba bloqueado porque la memoria estaba llena. Después de largas maniobras logré empezar a transferir fotos y vídeos a mi computadora para liberar espacio. Pero eso me llevó la mañana entera, que maticé, por suerte, con pequeñas salidas a la terraza, en una de las cuales filmé un videíto que subí a Facebook.  En

Diario del corona virus (2)

Lunes 16 de marzo  Hoy he tenido que venir a trabajar. H. le avisó a S. que me avisó a mí que había que estar. Al salir de casa, –obras obligan- cruzo a la vereda de enfrente. Un obrero de ojos verdes digno de una foto de Steve McCurry está sentado sobre la tierra de un container con la mirada perdida en lontananza. Otro, que bien podría ser turco o de los Balcanes, me saluda en alemán al pasar. Me da risa. Le respondo al saludo. Anoche vimos otros dos capítulos de La casa de papel –ahora que tenemos netflix, como la mayor parte del planeta, nos estamos actualizando-. Ayer recibí un mail de mi terapeuta diciendo que, ante la crisis del corona, ella comprendería que yo quisiera anular las sesiones o hacerlas por skype. Le respondí que yo prefería ir a su consulta como siempre. También recibí un mensaje de C. Ella y su marido toman clases particulares conmigo, cada uno en su oficina. Pero dado que tienen que hacer teletrabajo y no van, por lo tanto, a sus oficinas, C

Diario del corona virus

Dentro de algunos años, si todavía estamos vivos, alguien nos preguntará que qué fue eso del corona virus y entonces vendrá a nuestra mente una confusa mezcla de imágenes de las cuales tal vez sobresalga una anécdota, o una cara, pero difícilmente sabremos reconstruir la sucesión de los hechos a medida que los estábamos viviendo. Por eso, se me ocurre que podría ser una buena idea escribir un diario.  Acá va un primer intento.  Jueves 12 de marzo  Hace varios días que vivimos sumergidos en una masa constante de información de todo tipo sobre el virus. Aunque quieras, no puedes permanecer indiferente. En la clase, los alumnos están cansados y distraídos. A media mañana le llega un mensaje a un alumno libio, de parte de la escuela de su hija : hay un caso de corona virus en la escuela pero no van a cerrarla ni suprimir las clases. Soy yo quien lee el mensaje a pedido del propio O. quien, como sus compañeros, está aquí para aprender francés en el primer nivel y no sabe le

Greta

Se llama como «La Divina», como si los padres hubieran presentido, al elegir el nombre, que se convertiría en leyenda y, al igual que la mítica belleza, nos viene de Suecia. Pero lejos de ser misteriosa y evanescente, se ha plantado delante de los poderosos, desde la convicción de sus dieciséis años, y los ha increpado: ¿qué están esperando para actuar? ¿Qué puede ser más importante que preservar la vida sobre la Tierra? ¿Por qué, si aún estamos a tiempo y tenemos los medios de contrarrestar los efectos del cambio climático, no estamos haciendo todos los esfuerzos necesarios? Verla ahí, de pie, los ojos claros ligeramente rasgados, las largas trenzas de niña, expresando lo evidente, con un ligero temblor en la voz pero sin titubear, me pone la piel de gallina. “The rules have to be changed,” dice con la naturalidad de quien ha reflexionado largamente sobre el tema. Si las reglas que nos han regido hasta ahora nos han conducido al calentamiento global y a la mayor extinción de espe